Aprendía a sumar y preguntó:
¿qué ocurrirá cuando no tenga
dedos con que contar?
Respondió el profesor: entonces,
contarás con los dedos de la cabeza.
Se llama cálculo mental.
Confuso, no conforme
con aquel trabalengüas,
preguntó de nuevo:
¿y si se me acaban
los dedos de la cabeza?
Las palabras se castigaron
en las esquinas que quedaban libres,
y campó a sus anchas el silencio.
¿qué ocurrirá cuando no tenga
dedos con que contar?
Respondió el profesor: entonces,
contarás con los dedos de la cabeza.
Se llama cálculo mental.
Confuso, no conforme
con aquel trabalengüas,
preguntó de nuevo:
¿y si se me acaban
los dedos de la cabeza?
Las palabras se castigaron
en las esquinas que quedaban libres,
y campó a sus anchas el silencio.
2 comentarios:
las preguntas inocentes/imposibles de los críos las retratas increiblemente en esta poesía sencilla sin docebles sin artificios, sin dobles fondos de maletas de contrabandista.
Me ha gustado!
salu2
jajaja
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