martes, 15 de noviembre de 2011


La guerra es solo nuestra.
Solo a nosotros pertenecen los fusiles.

Los cañones son de otros.
Son demasiados caros y nunca
pudimos costearnos el capricho.

La guerra no la empezó mi madre
con ese no rotundo que siguió al nacimiento de Tomás.
Ni la empezó mi padre,
que oía llover, pero no lo escuchaba.

Alguno pensará que la guerra la empezamos
mis hermanos y yo,
que sembramos un campo de barbecho
con margaritas muertas.

No. La guerra siempre fue.
La guerra siempre es.
Siempre será la guerra.

Nosotros viviremos siempre en guerra.
No nos verán morir las camas de hospital.
Nosotros moriremos en campos de batalla
Con el fusil en ristre y las botas atadas.

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