miércoles, 28 de enero de 2009

Se asomó a la calle. Hacía un día espléndido y decidió salir al balcón. Cuando ya estaba fuera, se dio cuenta de que en el edificio de enfrente había un tipo. "¡Ni aquí puedo estar tranquilo!".

"¡Hey, tú!" oyó que le gritaban, "¿vas a estar ahí toda la mañana?, ¿no habías salido para tirarte?". ¿Qué? No podía creer lo que oía. ¿Cómo podía saberlo? No podía distinguir su cara a tanta distancia, así que arrugó el ceño y aguzó la vista. "¡¡Ahora sí que me he vuelto loco!!". Era exactamente igual que él. El tío seguía gritándole sin parar. No le hizo caso y volvió dentro.

Parecía una pesadilla. Se dirigió a su despacho y abrió el cajón del escritorio. Volvió entonces a salir. Se metió la pistola en la boca y... ¡¡BANG!! El tipo cayó por la barandilla y se despachurró contra el pavimento. "Todo ha terminado". Volvió a entrar en casa.

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