Desde aquella primera vez
en que murió bajo la lluvia
dios no ha dejado
de morir entre mis brazos.
Murió en el terremoto
que asoló mi pecho llévandose
cualquier rastro de mí,
lo acuchilló la rabia
centelleando en los ojos,
mañana
quizá
muera de indiferencia.
en que murió bajo la lluvia
dios no ha dejado
de morir entre mis brazos.
Murió en el terremoto
que asoló mi pecho llévandose
cualquier rastro de mí,
lo acuchilló la rabia
centelleando en los ojos,
mañana
quizá
muera de indiferencia.
4 comentarios:
buen regreso tras tantos días sin voz mis-herias, enhorabuena.
Muchas gracias, Voltios. Un placer encontrarte a mi vuelta.
Me toca mucho este poema, es muy bueno de veras, gracias.
Cariñitos.
Gracias a tí, Begoña. Besos.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio