Tan cerca... tan lejos
Al otro lado de la pantalla, al otro lado del mundo, David; yo... a este. Escribo mientras me dice que para hacer camas no se necesita saber inglés y se despide diciendo que Esther le estará esperando. Le envío muchos besos, seguro que en dos segundos los tiene allí, es lo que tiene esto de Internet, que antes de que salgan de mi boca, los besos ya han llegado a sus mejillas. Le envío besos también para la pequeña pelirroja, para pajarito. Y me descubro echándoles de menos otra vez. Otra vez estoy nostálgica... ¿por qué?
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