martes, 26 de mayo de 2009

¡¡PI - PI - PIIIII!!

Perdí el partido
antes de comenzarlo,
1-0
decía el marcador a mis espaldas.

Y tú con el número diez,
Maradona,
saliste al terreno de juego
y te metiste un gol doble en propia meta.

Pitó el árbitro el final,
había ganado.
Sonrió mi ego,
se hizo grande.

Devolvió la sonrisa Maradona,
confundida quedé,
(casi) tocada,
tendida en el terreno,
desinflado el globo
de mi absurda y loca vanidad.

Había perdido otra vez,
0-1,
o había ganado,
nada quedaba claro
y, sin embargo,
el Pelusa se había llevado el partido.

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