Cuando dos se convierte en infinito
Juro que le dije dos. Ni uno ni tres, ¡dos! No dudé, ya lo había ensayado antes. Mi voz sonó clara. No dejé lugar para el error. Ella me enseñó los dos y yo asentí. Estábamos de acuerdo. Cuando terminó, pagué y me fuí a casa. Una vez allí me metí en la ducha, pensando si no serían más de dos. Salí, me sequé el pelo y... descubrí que me había mentido. No fueron dos, había sido infinito y volvía a tener el pelo corto.
1 comentarios:
Tranquilo, creo que sólo yo descubrí que dos es lo mismo que infinito. El resto ni se enteraron, así que guárdame el secreto ;)
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