la del baño, la del salón,
una de doble hoja o con cristal,
una puerta corredera
tú la abres, yo empujo,
como cuando de pequeños jugamos a perseguirnos por la casa
y el primero que llega da el portazo tras de sí,
y a empujar de nuevo
la tuya parece opaca,
o eso afirmas tú,
la mía es transparente,
o eso es lo que quiero que parezca
jamás ví decoración tan invertida,
y tú también lo sabes, aunque sostengas
que las puertas opacas
son siempre las más íntimas