domingo, 23 de noviembre de 2008

La bestia

Me acerqué por casualidad. Estaba enfadada con una amiga y decidí que ir de compras sería una buena medicina. Nunca me gustaron los bichos, pero me acerqué. Miré el escaparate y algo me impulsó a entrar.

Comencé a observarlos. No, nunca había pensado tener uno, siempre me pareció cosa de sensibles y nunca quise pertenecer a esa división que consideraba de petimetres y chiquilicuatres. Me atrapó. Lo ví y me cautivó. No pude evitar sonreirle. De pronto tenía ante mí la medicina contra todos mis problemas. Pagué y me lo llevé a casa.

No recuerdo hace cuánto fue, debe tener unos tres o cuatro años, pero lo que era un bicho, ahora es una bestia. Lo saco a pasear siempre que puedo, le compro todas las chucherías que quiere y le llevo en autobús o en tren al menos una vez a la semana, que es una de las cosas que más le gusta. Le apasiona mirar a la gente, así que a veces lo dejo a su aire mientras observa aquí y allá. Parece que nada le resulta suficiente... me está matando esta bestia.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La crisis de Amanda

Nos acostamos. No, no hicimos el amor, pero cuando terminamos sentí la misma sensación de plenitud que si lo hubiera hecho. Tampoco nos tocamos. Hablamos, sólo hablamos. Siempre fue nuestra mejor medicina. Al menos la mía. Perdona si te hice daño. Ya me curé las heridas. Sellé con lágrimas la promesa de hacerlo todo mejor. Gracias Amanda.

{ Gracias Sofía }

lunes, 10 de noviembre de 2008

A la basura

Mientras rompía un año de trabajo en pedazos y los tiraba a la papelera recordé a Javier y lo que significa un año perdido. Recordé los plantones, los "vuelva usted mañana", los "ahora no puedo, tengo que salir" y toda la gama de excusas que había escupido su boca durante los 8 ó 9 meses que nos quedaban para finalizar la carrera. Me arrenpentí de haberme tomado el proyecto en serio y de no haberlo hecho de mala manera y haber dedicado el tiempo a otras cosas que merecían más mi atención. Me dolió todo el trabajo en balde y el haber dejado exprimirnos como limones hasta unas horas antes de la presentación. Supongo que me sirvió para saber que hay personas como él, que están en todas partes y que seguro que me encontraré alguna más en mi camino. La diferencia entre el antes y el ahora, es que el año perdido me ha servido para saber reconocerlas y huir.