
Disculpe, he perdido la cordura y no la encuentro,
quizá podría ayudarme,
la dejé en alguna parte,
la pila se desbordaba y, claro, me la quité,
que para fregar mis-neuras es incómodo estar cuerdo,
y ahora que la necesito y la busco,
¡no la encuentro!
Disculpe, quizá no me vendría mal
un pizca de ternura para los días de tormenta
y un poco de lucidez para encontrar el camino
cuando creo que me he perdido
y mis gafas de miope no ven nada.
Disculpe que pida tanto y que sea tan pesada,
quizá tenga también algo
que me cure las manías,
las neuras, las utopías,
y si es gratis, pues mejor,
que no me queda dinero para pagar tanto vicio,
tanto objeto, tanta cosa, tanto tonto desperdicio.
Disculpe, es que me he perdido,
si prometo estar callada y no hacer ruido,
¿podría quedarme allí, en un rincón escondido?,
puede que alguien me eche en falta
o eche de menos mis vicios
y quiera recuperarme de los objetos perdidos.